domingo, 22 de abril de 2012

Lo que el viento dice de ti.



[Audio]

Abro la ventana. Es el cálido viento
que sopla del norte y arrastra consigo
las confidencias anheladas
en una noche de domingo.

Es el viento que me invade con noticias sobre ti:
las ilusiones rotas despeinaron tu cabello y las ganas,
echaron raíces los años en tu rostro,
borraron las huellas del romance de antaño.

La brisa juguetona se llevo las partituras
de nuestros bailes descalzos,
que sonaron despreocupadas en mi oído
por tu gen canalla dominante.

Reímos, entre dientes y a carcajadas,
extinguimos el mundo a puerta cerrada.
Mientras, Count Basie siguió tocando,
y tú le pusiste letra, la que ahora cobija el viento.

Y sigue siendo el viento, en su vaivén eterno,
que se va de puntillas de nuevo a verte.
Transporta un par de mis sonrisas ladeadas,
el olor a café de las mañanas y los futuros buenosdías.




sábado, 21 de abril de 2012

Rojo febril

Repaso el borde del vaso con el índice derecho: el dedo de maldecir, de señalar y de las malas costumbres. El hielo ha dejado de crepitar al contacto con el líquido y ahora sólo se deja beber en la espera, entre humos y fosas de emociones que descansan con su mejor vestido junto a un taburete forrado en piel.

De golpe, una boca tropieza en mi oído de viernes noche, me aparta el pelo y no quiero mirar. Huele a vorágine, a licor y a sándalo de guerrero. Es un error, [mamá-no-quiero-mirar] pero su barba hipnotiza mi piel con caricias accidentales al pronunciar las palabras prohibidas, y no puedo hacer más que seguirle. Ruta a la perdición aterrizan sus labios sobre el hombro desnudo: la resistencia rendida.



En un oscuro rincón, me invita a obeceder con su destemplada mano en mi piel y, de esta manera, arría al hipotálamo las ganas secretoras de danzas prohibidas con ataques en forma de lengua y ginebra. Sin previo aviso, cinco dedos se deslizan entre algodón blanco y vacío hasta alcanzar el ombligo con dirección sur.
El tiempo se para. El reloj no avanza. El minutero ha muerto. Mi encarnada piel de melocotón lleva su rúbrica inicial en la superficie, se humedece y bulle. Bulle. Huye. Destruye. Él continúa alimentando mis instintos con saliva, mi respiración se entrecorta con su pecho en mi espalda y empiezo a recordar los paisajes de Gomorra que tanto anunciaban el fin de la inocencia.

Sin tregua.
Vaivén en frío mármol y traspiés.
Guerra lingual. Suspiro.
Cicatrices del ritmo cardíaco.
Mátame. Mátame. Mátame.


Al abrir los ojos, de fondo, nos acusa la luz del día terrorista. Se reanuda el tiempo, ya no somos uno.

martes, 17 de abril de 2012

Desenfócate, memoria




Injusta eres, memoria, al no responder a mis suplicos:
que las mañanas sigan siendo mías,
que el café sea en silencio,
que la voz no la rompa el llanto.

Cruel eres, memoria, al instalar más de un recuerdo:
las fotografías que saltan,
los paseos y dos meñiques,
el frío en los labios.

Indómita eres, memoria, al repetir todos los hechos:
llamadas incontestables,
versos impronunciables,
nudos marineros de garganta.

Doliente eres, memoria, al diluirte en la nada:
cuando el tiempo se desplaza en la cronología,
cuando el amor se gasta entre palabras,
cuando el viento barre las pieles.


Desenfócate, memoria, dame un respiro,
cesa el tornado que me atormenta.

Silénciate, memoria, deja de enfriarme los pies,
para de hervirme las entrañas.

Duerme, memoria, descansemos las dos,
olvidemos el concepto de existencia,
de los mortales tortura y regocijo.


sábado, 7 de abril de 2012

Este sol.

[Audio]




Es este sol, insisto.

Es este sol que anuncia el final del invierno,
que juega bajo la mesa con las ganas,
que le tira de la corbata a la sobremesa,
que me empuja los tirantes sobre el hombro.

Es esta luz amable que me transporta desde la azotea soleada,
que me desliza por tu piel salada,
que precipita tu sabor por mi garganta,
que acompaña las palabras con notas balcánicas.

Es este reflejo vacío que estira las dudas,
que rompe las copas de vino,
que anuncia tormenta en tu lengua,
que señala al colchón como refugio.

Pero, sobre todo, es este sol
el que retiene mi amor en el nudo de tus cordones.