Tu cuerpo,
sufrida arquitectura del yo
habitáculo del dolor
de los tiempos
ahora descansa tras esa pared
en ese agujero.
No eres tú,
sólo el cascarón donde habitaste
y tu alma
al fin, felizmente desahuciada
vaga por los recuerdos que
inundan, habitan y completan
cada poro de mi piel para
- definitivamente - recordarme
que no existo si no es por ti
y así yo también desapareceré
felizmente
finalmente.