miércoles, 28 de septiembre de 2011

Hoy

Estoy en Copenhague.
En mi propia Copenhague donde los daneses no llevan sombreros de pelito negro, ni comen galletas de mantequilla. Hablo de la ciudad donde no voy a escribirte más poemas. Ni más acordes. Ni más pensamientos.
Hoy he decidido liberarte, y con ello, liberarme, de esta cadena de desafortunados accidentes mal-llamados besos. O pájaros.

En Nyhavn, las cosas siguen igual. Hay miles de pájaros en el muelle esperando a aquellos que nunca volvieron, me sigue gustando el batido de arándanos a todas horas, y la cocina sigue oliendo a tu barba. [Cuántas nucas habrá visto pasar esta encimera...]



Sándalo.
Brillante.
Vainilla.
Runa.
Arena.

Penumbra
Ámbar
Púrpura
Burbuja







Todo en la cajita de madera que huele a pasado, un fue nada rancio; uno de esos hubo que apetece mirar de vez en cuando para poder sonreír y pensar soy.
Ahí te mantendré, intacto y contradictoriamente libre; mezclado con las entradas de conciertos, con las fotos del colegio y las palabras que nunca te pedí.

Porque yo sigo hoy en Copenhague, y tú no.
Puro. Sencillo. Bello. Abstracto.

Y aún así, no lo entiendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario