jueves, 24 de mayo de 2012

Recomendación #2



(...) Caín ya entró, ya durmió en la cama con Lilith, y, por más increíble que nos parezca, fue su propia falta de experiencia en el sexo lo que le impidió ahogarse en el vórtice de lujuria que en un solo instante arrebató a la mujer y la hizo gritar como posesa. Le rechinaban los dientes, mordía la almohada, luego el hombre del hombre, cuya sangre sorbió. Aplicado, Caín se esforzaba sobre el cuerpo de ella, perplejo ante aquellos movimientos y voces desgarradores, pero, al mismo tiempo, otro Caín que no era él observaba el cuadro con curiosidad, casi con frialdad, la agitación irreprimible de los miembros, las contorsiones del cuerpo de ella o de su propio cuerpo, las posturas que la cópula, por sí misma, solicitaba o imponía, hasta el apogeo de los orgasmos. (...) bien podía decirse que estaban, uno y otro, en el paraíso del Alá que está por venir. (...)


Caín, por José Saramago.

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