martes, 16 de septiembre de 2014
El tiro.
Fue como un tiro.
quedó sin aliento, tez pálida, destellos de cejas.
encogido, en silencio, arqueado, la tierra y su llamada.
Entre el abismo de sus labios, surgió un suspiro hiriente
las agujas del reloj avanzaban imparables a un ritmo frenético
escritura, lectura, destrucción, la nada.
Sus carnes se doblegaron hacia adentro, en mitad del pecho,
los pulmones se doblaron cual bambú, una oquedad creció
o desapareció - eterna contradicción - corazón en parada.
No escuché disparo, sólo mi voz cortante y fría;
miré al espejo, oscuro, podrido, muerto el reloj
me mostró el horror y entonces comprendí:
era él, pero también fui yo.
Quise ser el tiro.
Ahora era el vacío.
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